
Ha habido grandes directores que han hecho del cine oriental un referente a nivel mundial. Han sabido plasmar esa milenaria cultura y sentimientos en fotogramas cargados de emotividad, así como de una poética violencia cuando se ha precisado. Se encuentran muchas diferencias si se compara con el cine americano o europeo y se nota que se trabaja de otra manera: pausados, estrictos, dedicados exclusivamente a su obra.
Cogiendo ese legado encontramos en Still walking al director Kore-eda Hirokazu, nacido en Tokio en el año 1962. Su filmografía nos habla de la pérdida en cualquiera de los estados en los que se nos puede aparecer: la de un ser querido, la de la dignidad, la de los ideales. La pérdida de su padre y su madre en los últimos seis años ha influido enormemente en la cinta, otorgando a cada personaje un pedacito de sus recuerdos escribiendo unos diálogos que salen de un corazón que nos abre por completo.

¿El por qué? nadie sabe.
Tras el visionado de Still walking (o cualquiera de sus obras) vemos una magistral descripción de los personajes en perfecta armonía con un entorno observado desde un profundo y sentido respeto. Kore-eda creció como director haciendo documentales que ha sabido evolucionar en sinceras reflexiones manteniendo vivos sus orígenes.
Los actores realizan una gran actuación, sin sobresalir ninguno de ellos debido al equilibrio que se ha querido buscar en la evolución de sus personajes. Las

En el transcurso de las 24 horas que dura la reunión familiar la marea va y viene erosionando la superficie a su paso con pequeñas olas. La aparente falta de acción deja paso a las mimadas conversaciones, las cuales adquieren gran protagonismo y esconden los entresijos de una familia separada por la distancia y por la pérdida de un ser querido.

Un fondeadero para la conciencia del espectador del que zarpará tras unos días, una vez enfoque la historia de la película en dirección a sus propios sentimientos hacia su familia. Agudizándolos más si cabe por la pérdida de ese ser querido que todos hemos sufrido alguna vez, la misma que ha sido trasladada a través del susurro del viento.
Xabier Villanueva TOMACINE.COM